jueves, 7 de mayo de 2015

POSICIONAMIENTO DE LA RED MEXICANA POR LA AGRICULTURA FAMILIAR Y CAMPESINA EN EL AÑO INTERNACIONAL DE LOS SUELOS, 2015


Desde una perspectiva territorial y con un enfoque integral, la agricultura familiar[1] engloba cinco elementos básicos para la producción de alimentos: 1) las personas/familias; 2) el suelo; 3) el agua; 4) las semillas; 5) los residuos orgánicos y la composta; y 6) otros recursos naturales que son la base para la producción agropecuaria, pesquera, forestal, pastoril y acuícola. La agricultura familiar y campesina promueve la gestión adecuada de los recursos naturales y una agricultura basada en la sustentabilidad y la conservación y regeneración de suelos. Por tanto, los suelos y la agricultura familiar están vinculados desde el origen y no deben ser considerados como conceptos separados. 

En ese entendido, la Red Mexicana por la Agricultura Familiar y Campesina (RMAFyC), reunida en la Ciudad de México en ocasión de su novena sesión de trabajo, reafirma su compromiso de contribuir con el objetivo del Año Internacional de los Suelos (AIS-2015) de lograr que los agricultores, en conjunto con las instituciones públicas, el sector privado, los centros de investigación, la academia, las organizaciones de la sociedad civil y la población mexicana en general, sean conscientes del papel de los suelos como un recurso estratégico para la seguridad alimentaria, la nutrición, la garantía y realización del derecho a la alimentación, la reducción de la pobreza, el hambre y la mala nutrición, la adaptación y mitigación al cambio climático, la promoción del desarrollo sustentable y la preservación de los recursos naturales; poniendo de relieve que la promoción de la agricultura familiar y la conservación de los suelos en México son parte de un mismo fenómeno.

Los suelos son fundamentales para la producción de alimentos; proveen sustento a los ecosistemas; representan una fuente de materias primas; filtran y almacenan agua; constituyen un amortiguador ante las inundaciones y otros efectos del cambio climático; resguardan el patrimonio geológico, arqueológico y cultural; y dan soporte a las actividades humanas en general. La disponibilidad, acceso, utilización y estabilidad de la seguridad alimentaria y nutricional dependen en gran medida de las condiciones de los suelos.

Suelos sanos y bien gestionados (desde el punto de vista agronómico, social y político) permiten la producción sostenible y suficiente de alimentos; constituyen la base donde se desarrolla la pequeña agricultura que produce alrededor del 40% de los alimentos que se consumen en México; contribuyen a tener alimentos inocuos y un medio ambiente adecuado que permite la estabilidad de sistemas alimentarios saludables y culturalmente apropiados.

Además, el estado de los suelos repercute directamente en las actividades sociales y culturales que se desarrollan en torno a la agricultura familiar; así como al derecho de los pueblos a decidir sus propios modos de vida en torno a la agricultura, la alimentación y la defensa de sus territorios y su patrimonio natural y cultural.

Del total de la superficie del país, sólo el 14%  tiene capacidad agrícola, pues se trata de suelos muy proclives a la erosión y poco adecuados para la explotación[2]. Sin embargo, los resultados del Censo Agropecuario 2007 del INEGI indican que más del 16% del territorio mexicano está dedicado a la agricultura, por lo que el recurso suelo está sobreexplotado.

Aunado a lo anterior, los efectos del cambio climático, la sobreexplotación y contaminación de los suelos y el agua, la falta de aplicación de tecnologías y prácticas agrícolas sustentables, la extensión de monocultivos, la expansión de la frontera agrícola y el crecimiento de los asentamientos urbanos, entre otros aspectos, agravan aún más la situación de vulnerabilidad de los suelos en el país y de la agricultura familiar que en ellos se desarrolla.  

Como consecuencia, más de la mitad de los suelos mexicanos están sujetos a procesos de erosión hídrica y prácticamente todos se enfrentan a la erosión eólica[3]. Adicionalmente, el uso indiscriminado de agroquímicos y maquinaria agrícola han incrementado problemáticas relacionadas con la contaminación de suelos y mantos freáticos, salinización y compactación de los suelos, además de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera. De acuerdo con el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, 64% del territorio mexicano muestra algún tipo de degradación; a su vez, 70% de esta cifra es degradación de moderada a extrema, donde la fertilidad del suelo se encuentra reducida fuertemente[4]. Por otro lado, entre 1990 y 2005 se perdieron 4.8 millones de hectáreas de bosque para incorporarlas al sector agropecuario[5], situación que además de afectar a la biodiversidad de los ecosistemas nativos, provoca serios problemas de erosión y una disminución de la fertilidad de los suelos.

Existe, además, un conflicto a nivel territorial entre los agricultores y sus organizaciones, los desarrollos inmobiliarios, las autoridades locales, las dependencias federales (del sector agropecuario, ambiental, turístico y de desarrollo urbano) que genera lógicas de competencia entre la producción de alimentos, la conservación ambiental, el crecimiento urbano, la industria extractiva  y los proyectos de infraestructura en materia de cambio de uso de suelo. Los suelos que forman parte de la agricultura familiar y campesina son afectados por este conflicto, lo cual se ve agravado ante la falta de derechos de propiedad bien definidos.

En este contexto, la Red ve con preocupación la falta de un marco jurídico-institucional claro y accesible para los agricultores familiares, que contemple la debida coordinación inter-institucional y multi-actoral desde los espacios locales y que se enfoque a la preservación, recuperación y aprovechamiento sustentable de los suelos para que éstos cumplan su propósito fundamental de alimentar saludablemente a la población. Asimismo, se constata la falta de instrumentos de política con una visión territorial integral, que puedan coadyuvar al fortalecimiento de la agricultura familiar como sector estratégico para lograr la seguridad alimentaria y la protección y conservación de los suelos a partir de los saberes y conocimientos locales y tradicionales.

En el marco del Año Internacional de los Suelos 2015, la Red Mexicana por la Agricultura Familiar y Campesina busca posicionar propuestas de incidencia política para mejorar el estado de los suelos en México. En este sentido, la Red:

·    Celebra el establecimiento del Año Internacional de los Suelos y reafirma su compromiso de participar activamente en las actividades del AIS-2015 en el país.
·     Llama a la FAO, el CIMMYT, el Foro Rural Mundial, el Comité Regional de Agricultura Familiar de América Latina y el Caribe y otros Comités Nacionales de la región a seguir posicionando en la agenda pública la estrecha relación que los suelos tienen con la agricultura familiar.
·    Propone realizar una actualización del diagnóstico sobre el estado de los suelos en México; resaltando la importancia de la agricultura familiar y campesina.
·      Exhorta a las autoridades, legisladores y tomadores de decisiones a generar espacios participativos para la elaboración de propuestas de legislación e instrumentos de política pública con enfoque territorial para la conservación y protección de los suelos, que contemplen la generación de programas para la recuperación, conservación y aprovechamiento sustentable de los suelos; la gestión participativa de suelos; facilitar el acceso a la tierra por parte de los agricultores familiares, especialmente de las mujeres, los jóvenes y las comunidades indígenas.
·       Hace un llamado a la discusión participativa y aprobación de una Ley General de Suelos en México.
·       Reafirma su compromiso para revalorar los saberes y conocimientos tradicionales de los agricultores familiares; resaltando el importante papel de los campesinos y la sociedad civil para la generación de propuestas de política pública desde los espacios locales.
·  Plantea la necesidad de impulsar acciones de capacitación y sensibilización de agricultores, extensionistas, tomadores de decisiones y la sociedad en general sobre la importancia de los suelos para la agricultura familiar y la seguridad alimentaria.
·         Se pone a disposición de la FAO, el CIMMYT, el Foro Rural Mundial, el Comité Regional de Agricultura Familiar para América Latina y el Caribe, las instituciones mexicanas y otras entidades vinculadas al AIS-2015 en México y la región para desarrollar las acciones correspondientes.

Ciudad de México, D.F., 29 de abril de 2015.  





[1] Agricultura familiar, campesina, indígena y afrodescendiente.
[2] Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, “Suelo” en Cruzada Nacional por los Bosques y el Agua, México, 2009, <http://cruzadabosquesagua.semarnat.gob.mx/vii.html>.
[3] Universidad Autónoma Chapingo, “Tendencias de la agricultura”, en Red Interinstitucional de Investigación en Horticultura, secc. Diagnósticos, México, octubre, 2008, <http://www.chapingo.mx/horticultura/red/PDF/diag/Diag-Fitotec-ver%201-Chapingo.doc>.
[4]Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático “Suelos”, <http://www2.inecc.gob.mx/publicaciones/libros/411/cap3.pdf>.
[5] CEPAL (2008), Agricultura, desarrollo rural, tierra, sequía y desertificación: resultados, tendencias y desafíos para el desarrollo sostenible de América Latina y el Caribe, Chile, CEPALl/GTZ, p. 23.

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